(Fotografía de Uri Vagham, La Habana, 2003)

miércoles, 3 de octubre de 2018

Venezuela y la crisis migratoria: la Ayuda Humanitaria concebida para otra cosa


El Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, a propuesta del llamado “grupo de Lima”, ha aprobado una resolución en la que insta al gobierno de Venezuela a aceptar una supuesta ayuda humanitaria internacional1.  A mi modo de ver y por todo lo que significa, este organismo multilateral incurre así de forma flagrante en la perversión de término y concepto, además de plegarse a los intereses intervencionistas de un grupo de países que pretende con esta pantomima derrocar a un gobierno legítimo.

En toda mi vida en este mundo de la cooperación y la acción humanitaria, es la primera vez que veo que un organismo internacional, sería igual que fuera un país, inste a otro a que acepte la ayuda humanitaria internacional.  Es decir, a que reconozca, primero, que tiene una crisis que no puede resolver con sus propios medios por lo que requiere colaboración exterior y, luego, a que acepte la que le impongan otros, como ellos quieran y, posiblemente, sujeta a determinadas y aviesas condiciones, que es de lo que se trata.

Creo que nadie duda a estas alturas de que esos condicionantes habilitarían a los generosos donantes a intervenir en la política interna de Venezuela, en el funcionamiento de sus instituciones y en su forma de gobierno. Es decir, que la espléndida colaboración que nadie les pidió lo que realmente pretende es conculcar su soberanía.

En las relaciones internacionales el mecanismo de la ayuda humanitaria sólo se activa cuando el propio país que la necesita la solicita o, en el caso de que gobierno e instituciones hayan colapsado y no exista autoridad legítima, la ponga en marcha la ONU. Ninguna de estas dos circunstancias se da en Venezuela. Y, no solo eso, sino que es la primera vez en la historia que otros instan a un país a que la acepte sin que la haya solicitado ni reconocido que la precisa.

¿No les parece raro todo esto? Efectivamente, como estará pensando, quienes instan no pretenden, ni les preocupa lo más mínimo, mejorar la vida de los venezolanos, ni buscan, como técnicamente exige la puesta en marcha de un mecanismo como ese, “disminuir la mortalidad y la morbilidad asociada a la crisis”, sino que, si llega el caso, la incrementarían con medidas antisociales o con la violencia y la intervención militar.

Nos enseñaron, desde Dunant en Solferino, que este mecanismo de la ayuda internacional se da solamente ajustado a las necesidades de la población que sufre (salvar vidas, curar enfermedades, aliviar el dolor) y, a diferencia de otros instrumentos de la cooperación entre países, no puede ser condicionado por nada ni reclamada su devolución en el futuro. ¿Alguien cree de verdad que los farsantes que promueven esa iniciativa no piensan poner condiciones al gobierno venezolano si la aceptara? ¿Alguien puede creer que su objetivo principal no sea, en realidad, cesar o someter a Maduro, un presidente que, les guste o no, ha sido elegido democráticamente por la mayoría de los venezolanos? Está claro, ni buscan aliviar las necesidades de los venezolanos ni tienen previsto no imponer sus condiciones. Mentiras nada más y crisis falsa y fraudulenta.

¿Y quiénes son los que manipulan los mecanismos del movimiento humanitario internacional  para anteponer sus propios intereses a los del pueblo venezolano que ha elegido libremente a sus gobernantes? El grupo de Lima. Es decir un grupo de países de América que, al no encontrar suficiente eco de su política agresiva contra Venezuela en el seno de la OEA porque jamás alcanzaron la mayoría necesaria para impulsar sus propósitos, crearon un grupo fuera de la misma para promover sus propios desmanes, ellos mismos sin contar con la oposición de nadie. Es un “yo me lo guiso y yo me lo como” más bien patético que pone en evidencia su minoría en aquél organismo internacional.

Y lo que más perplejo nos deja desde la perspectiva del humanitarismo internacional es que esta exigencia absurda la formulen quienes han provocado la situación adversa de la población que ahora intentan revestir de crisis humanitaria. Efectivamente, son ellos y solo ellos los que con su seguidismo a las sanciones y al bloqueo impuesto a Venezuela a requerimiento y mayor gloria de Donald Trump, han provocado la escasez de algunos productos que ahora quieren disfrazar de crisis humanitaria. Como si Hitler hubiera exigido a Rusia que, durante el asedio a Stalingrado, aceptara la ayuda que quería brindar Alemania, sobre todo, y sin duda, para que fuera repartida por él y su ejército, casa por casa.

O sea, que funciona así: te intentan matar de hambre y luego te exigen que cojas la comida que te ofrecen de sus propias y criminales manos. ¿Estará envenenada? No lo duden; si no en su composición, claramente en sus objetivos políticos. No diremos que es la primera vez que asistimos a la representación de una desfachatez como esta en el mundo, no, porque utilizar, pervertir hasta el concepto y engañar a la gente tomando la ayuda humanitaria como señuelo, es un asunto bien conocido desde que el humanitarismo aparece ante los ojos de la gente como una actividad digna de loa. Pero el desparpajo y la mofa a la inteligencia con que lo hacen estos farsantes, llega en este caso al esperpento máximo.  

Se suben encima de la ayuda humanitaria, ni siquiera para no hacer lo que deben en su nombre sino, y esto es lo terrible, para fomentar la guerra, la muerte, la injusticia y la mentira, o sea, para todo lo contrario para lo que se concibió.  

No era humanitarismo lo que movió a Estados Unidos y a sus cómplices, con el gobierno de España a la cabeza, Zapatero presidente, a destruir Libia en 2011, aniquilando a miles de personas (“efectos colaterales” denominó a esos crímenes un nefasto funcionario español), asegurando el asesinato de Gadaffi y su familia y los desmanes que se cometieron contra sus seguidores. Y lo hicieron sin pudor hasta controlar su petróleo y dejar convertido a ese país, uno de los más prósperos del Norte de África,  en un guiñapo irreconocible. No lo era, por mucho que los asaltantes consiguieran el beneplácito de la ONU para sus acciones con la excusa de establecer un “corredor humanitario”.
No era ayuda humanitaria las actividades que desplegaban los aviones de Estados Unidos que lanzaban comida en Afganistán solo minutos después de haber sobrevolado esos mismos lugares tirando bombas, en Octubre de 2001 y que veíamos pasar sobre nuestras cabezas (“ahora bombas, ahora leche en polvo, que el que no perezca en el bombardeo no vaya a morir de hambre, que tampoco somos unos salvajes”), en la misma frontera pakistaní cerca de Pesahwar.

No era la supervivencia y la mejora de las condiciones de vida de los afectados lo que pretendía el ejército indonesio cuando decidió que serían sus soldados, y no las ONG’s internacionales, quienes repartirían medicinas y alimentos a sus enemigos, los rebeldes de Aceh damnificados por unas terribles inundaciones que devastaron aquélla región en 2003. Como tampoco buscaba aliviar el sufrimiento del pueblo cubano la UE cuando en 1992 intentó canjear ayuda humanitaria por concesiones políticas de aquél gobierno en pleno periodo especial y en lo más álgido de la epidemia de neuritis óptica que se declaró en el país caribeño.Tampoco pretendían prevenir el sarampión los agentes de la CIA disfrazados de trabajadores humanitarios que montaron una campaña de vacunación en Abbottabad, con el objeto de identificar a los familiares de Bin Laden, para darle muerte, lo que consiguieron en 2011.

No todo puede valer en este mundo y, con todo, esta zafiedad revestida de humanitarismo que protagonizan los pupilos de Trump en América Latina rebasa todo lo conocido, dando un paso más en el desprecio absoluto a aquél movimiento y a la legislación que lo regula. No solo causan los problemas que la población civil sufre en Venezuela, tal y como certeramente denuncia el expresidente Zapatero, mediador internacional nada sospechoso de izquierdista, sino que después exigen a su gobierno legítimo que acepte la ayuda humanitaria que ellos, los causantes, le brindan, para poder usarla de propaganda con el fin de desprestigiarle, y  para negociar con ella en su objetivo de controlarle.

Pero las cosas son como son y la realidad es tozuda e implacable. Por muchas cuestiones que se pueden detallar, los que exigen ahora a Venezuela, debieran ver primero la viga en el propio ojo y temblar por si Venezuela les insta también a que reciban su ayuda, o a que le reconozcan la que ya les dan. A pesar del movimiento emigratorio que protagonizan muchos venezolanos en la actualidad, lo cierto es que, según ACNUR, la mayor cantidad de refugiados estables en América Latina está en Venezuela y son colombianos. Según esa agencia de las Naciones Unidas, entre los años 2007 y 2017, la cantidad de colombianos que ha buscado asilo en Venezuela se ha mantenido estable, entre 100.000 y 500.000 personas al año2, y en la actualidad Venezuela cobija a 5 millones 600 mil colombianos, 400 mil ecuatorianos y 500 mil peruanos sin decretar emergencia migratoria ni recibir dinero de EEUU. Otro dato singular en este sentido lo da la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que manifiesta que en estos momentos de intensificación migratoria, el 69% de quienes cruzan diariamente la frontera entre Venezuela y Colombia son colombianos y 7 de cada 10 que lo hacen en dirección a Colombia piensan regresar a Venezuela el mismo día3. Más de medio millón de brasileños reciben la electricidad que produce Venezuela4 y  niños y adolescentes venezolanos en el norte de Brasil están expuestos a explotación laboral, violencia sexual y otros malos tratos, según un informe de la OIM y Unicef5.  Por si eso fuera poco, Brasil y Argentina duplican y triplican, respectivamente, la mortalidad infantil de la desarrapada república bolivariana6 y Macri, el presidente de este último y magnánimo país, consiguió con sus políticas crear 4 millones de pobres solo en los primeros meses de su mandato7

Cientos de miles de personas cruzan todos los años la frontera mexicana con EEUU sin que a nadie, ni al propio Trump, se le haya ocurrido nunca decretar la alarma mundial por necesidad calamitosa de México, ni jamás nadie le exigió a sus gobernantes que tomen la ayuda humanitaria que le imponen otros, cómo y con las condiciones que estos quieran. Entonces, ¿con qué derecho y legitimidad el gobierno de Peña Nieto, destacado impulsor y miembro del grupo de países que plantean la insólita y fraudulenta exigencia a Maduro, puede pedirle tal cosa a Venezuela? 

Quizás la población de todos esos países, con gobiernos tan sensibles a las penurias por las que atraviesan otros, estén pensando que una parte de esa generosidad, aunque sea pequeña, que ahora ofrecen al pueblo venezolano bien podrían dedicarla a retornar a los que tuvieron que salir por la violencia y la miseria, a atender sus necesidades básicas o a salvar a sus hijos de una muerte tan segura como cruel por el desinterés, el abandono y el desprecio a los más humildes. No habría ayuda humanitaria mejor empleada que la de invertir en aliviar el sufrimiento de tu propia gente antes de andar enredando e inventando cómo tumbar a un gobierno ajeno que, por los indicadores que manejan los organismos internacionales, se preocupa y trabaja mejor para su población que ellos mismos.

No hay que pedirles tanto a esos fachos. De hecho poca gente se habrá planteado en serio que harían cosas en beneficio de sus propios pueblos, pero de momento, con que no intentaran crear una crisis con la que justificar su intervención imperial en un país democrático, el mundo les estaría eternamente agradecido.


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1.- Ciudad CCS; “Venezuela rechaza resolución de la ONU sobre ayuda humanitaria. El embajador ante el Consejo de DDHH, Jorge Valero, calificó la medida como el comienzo de una escalada intervencionista”, 27  sept 2018. Disponible en: http://ciudadccs.info/venezuela-rechaza-resolucion-la-onu-ayuda-humanitaria/
2.-El Espectador; “Venezuela sigue recibiendo a colombianos afectados por el conflicto”, 21 Jun 2018. Disponible en: https://www.elespectador.com/noticias/paz/venezuela-sigue-recibiendo-colombianos-afectados-por-el-conflicto-articulo-795729
3.-Telesur TV; “Cifras manipuladas de la migración venezolana y su uso político”, 1 sept 2018. Disponible en: https://www.telesurtv.net/news/cifras-migrantes-venezolanos-frontera-colombia-uso-politico-20180831-0039.html
4.- El Espectador; “El dilema de Roraima con la migración venezolana”, 29 Ago 2018 . Disponible en https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/el-dilema-de-roraima-con-la-migracion-venezolana-articulo-808985
6.-CEPAL; “Latin-America infant mortality rates estimated according to quinquennia, by countries”. Disponible en: https://www.cepal.org/Celade/publica/bol62/BD6206.html
7.- Centro de Economía Política Argentina (CEPA) e Instituto de Economía Popular (INDEP); “Crece la cantidad de pobres en la Argentina de Macri”, julio de 2016. Disponible en: https://www.taringa.net/+noticias/crece-la-cantidad-de-pobres-en-la-argentina-de-macri_hvmx6




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