"Medicina
Integral Comunitaria (MIC): formación médica alternativa en Venezuela" (ver en: http://www.madrimasd.org/blogs/salud_publica/2012/01/22/133033) analiza el Programa "Barrio
Adentro" y la contribución de Cuba a la formación de profesionales
de la salud.
En uno de los comentarios que han dejado los lectores, Juan I.
Gaviria aporta sus puntos de vista sobre ello, introduciendo algunas dudas
sobre esa colaboración, sugiriendo no sólo oscuridad en sus fines sino también
que se trate de un peaje político del Gobierno de Chavez a Cuba para financiar
al bloqueado país antillano de forma injustificada y en perjuicio de Venezuela.
Copio a continuación el comentario que he "colgado" en esa página (y
que podéis leer directamente si entráis en ella) en contestación a esas
insinuaciones.
Como en las actuaciones de los aspirantes a cantantes que salen
por la radio, se lo dedico con todo el cariño y la admiración a mis amigos
cubanos que tanto y tan bien han luchado durante decenios para que
todos los pueblos del mundo alcancen el justo y merecido derecho a una atención
de salud digna y de calidad.
Estimado amigo:
Permíteme algunos comentarios que me
ha suscitado la relectura de tus interesantes artículos y la de algunas
aportaciones que han dejado otros lectores.
No cabe duda de que el marco en el
que se instaura el trabajo de los profesionales cubanos dentro del Programa
“Barrio Adentro” es el de la Cooperación Internacional.
En concreto, la modalidad de
cooperación que se denomina “bilateral”: uno de los países contribuye con
fondos para desarrollar proyectos (o da asesoría técnica, o aporta recursos
humanos) y el otro devuelve esta aportación en una plazo dado y en determinadas
condiciones favorables al receptor de la ayuda. Por eso es “cooperación” y no
es “negocio”, aunque conlleve obligaciones de devolución y/o de condicionalidad
por parte del beneficiario.
Todos los países practican esta modalidad de
cooperación y cada cuál la construye dentro de sus estrategias de política
internacional, de las que constituyen, indudablemente, una herramienta más.
España, por ejemplo invirtió en este tipo de cooperación (bilateral
reembolsable) más de 645 millones de euros, un nada despreciable 15% de toda la
Ayuda Oficial al Desarrollo que aportó en 2011, a los que habría que sumar
1.267 millones de euros más que se destinaron a nutrir los programas de algunos
Organismos Multilaterales de Cooperación, inversiones que también son
condicionadas aunque, en este caso, de forma consensuada entre todos los
donantes que participan en esos organismos de Naciones Unidas o de la Unión
Europea.
En España, para seguir con el
ejemplo, nadie plantea dudas ni sospechas sobre la cooperación que se gestiona
de esta forma, ni se pone en solfa que, por ejemplo, colaborar en la
construcción de un Hospital en Marruecos tenga la contrapartida por parte del
gobierno de ese país de reforzar la vigilancia de sus costas a fin de controlar
el éxodo irregular de personas hacia el nuestro. No entiendo por tanto que se
pueda poner en duda que Venezuela practique ese mismo tipo de cooperación con
Cuba, ni aunque el intercambio pudiera ser favorable, en términos de costes
corrientes, para el segundo.
Uno de los países es rico en materias
primas y el otro en capital humano, y cooperar (“operar con otro”) puede
resultar algo óptimo para ambos, lo que no dudo que así sea.
En este caso y al protagonizar la
colaboración dos países en desarrollo estos programas entran de lleno en lo que
se ha venido en llamar en los últimos años “Cooperación Sur-Sur”, modalidad
cuyo incremento en épocas recientes ha sido muy grande. Venezuela es un gran
promotor de ayuda hacia otros países en desarrollo. Es el tercer donante de
este tipo de cooperación entre los países del Sur (después de Arabia Saudí y
China) con un desembolso anual próximo a los 2.500 millones de $ (datos de
2010), algo así como el 18% de toda la colaboración mundial que surge de países
en desarrollo y se dirige a otros países en desarrollo.
Cuba es, técnicamente, otro país en
desarrollo, aunque en el último Informe del PNUD sobre Desarrollo Humano figure
en el número 51 del mundo, y ostente plaza dentro del grupo de países de “Alto
Nivel de Desarrollo” (ver http://hdr.undp.org/es/informes/mundial/idh2011/).
Esto lo consigue sobre todo a base de sus enormes logros en Salud y Educación.
No sé si sabes que si elimináramos del cálculo del Índice de Desarrollo Humano
el factor “renta”, es decir contando solamente con los niveles de salud y de
educación, Cuba sería el país nº 26 del mundo en Desarrollo Humano, es decir, a
la altura de Austria o Finlandia. En esa clasificación general del PNUD Venezuela
ocupa el puesto 73 en Desarrollo Humano en el mundo, esto es 22 plazas por
detrás de Cuba. Según este esquema y tras constatar este dato quizás debiéramos
plantearnos quién es el donante de cooperación y quién el receptor.
En todo
caso la solución a este falso dilema reside en que, como te dije, en la
cooperación bilateral lo que prima es la horizontalidad y el intercambio
beneficioso para ambos.
En los últimos 40 años Cuba ha
invertido fundamentalmente, como bien conoces, en formar a las personas. Desde
ese punto de vista puede “exportar” a otros países que lo necesiten personas
con conocimientos. Es lo que lleva haciendo desde hace años con todos los
países en desarrollo. Trabajando en cooperación por todo el mundo cualquiera se
puede quedar sorprendido al conocer a profesionales de la salud de países con
muchos problemas, por ejemplo en Congo para hablarte de algo que a mí me
ocurrió, que, en plena guerra civil, atienden a su población mientras contestan
a tus preguntas, no en castellano, sino en “cubano auténtico”, que es una
“lengua” mucho más cálida y reconfortante, como lo son todas las de nuestra
querida América. Formar profesionales de otros países es algo que ha practicado
Cuba desde el triunfo de la Revolución y para corroborarlo no tienes más que viajar
por el mundo o visitar la Isla de la Juventud dónde vas a encontrar las
escuelas en las que estudian los futuros profesionales del mundo en desarrollo.
A partir del año 1.999 y tras el devastador paso del huracán Mitch por
Centroamérica y el Caribe, esta realidad recibió un impulso muy notable al
crearse en la provincia de La Habana la Escuela Latinoamericana de Medicina. En
ella y como aportación de ese país al desarrollo de los pueblos hermanos de la
región, se forman gratuitamente médicos entre los becarios procedentes de todos
los países de América. 1.500 médicos se licencian todos los años en esa
escuela, habiendo formado hasta 2.010 a más de 7.000 profesionales de la salud.
La característica más notable de este gran proyecto de cooperación formativa es
que se seleccionan a los estudiantes de entre las familias más modestas de toda
América Latina (también de EEUU) asumiendo Cuba todos los gastos de formación y
de estancia mientras dura la licenciatura.
Sin conocer a fondo la realidad
venezolana (por ello leo tus crónicas y las ajustadas aportaciones de los
lectores a las mismas) me apuntaría sin dudarlo a la opinión de Edgar Marcano
cuando afirma que sin este sistema de cooperación bilateral en salud
Cuba/Venezuela que es el Proyecto “Barrio Adentro” muchos venezolanos
continuarían en situación de exclusión de toda atención de salud y miles de
profesionales de los estratos más humildes de aquél país no hubieran podido
formarse para brindar atención de calidad a sus conciudadanos. Aquí como allá,
no lo olvidemos, el objetivo más importante es garantizar el derecho a la salud
de todos los seres humanos. Para ello y para disminuir las intolerables
desigualdades sociales en salud, el Programa “Barrio Adentro” y la cooperación
bilateral Cuba/Venezuela, con todos sus aspectos mejorables que tú apuntas y
otros lectores resaltan, han resultado y resultan experiencias decisivas para
la población más desfavorecida de ese maravilloso país que tu, recientemente,
has visitado.
Recibe un saludo,
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