Fotografía de Alejandro Ernesto (Efe), en el diario El Pais |
El reciente cambio de actitud de los EEUU en su relación con
Cuba anunciado recientemente por Obama merece alguna reflexión que sumo a las
miles de ellas que se han formulado en las últimas semanas.
Empezaré diciendo que este cambio, que se acompaña del reconocimiento por
parte del presidente norteamericano del
enorme fracaso de la política de bloqueo hacia Cuba desarrollada por su país en
los últimos 50 años, merece ante todo ser saludado como corresponde. Esa
aceptación pública, explícita y directa,
de que el bloqueo y la política de
aislamiento de Cuba con todas sus deleznables estratagemas, no han conseguido su único propósito que no
era otro, como el mismo presidente dijo,
que el de “llevar a Cuba al colapso”, fue
un gesto de sinceridad que ante todo buscaba convencer a los más indecisos de
entre sus conciudadanos de la necesidad de iniciar un nuevo tiempo en las relaciones
con la Isla. Implícito queda en ese señalamiento de la propia impotencia la
evidencia de la enorme dignidad del pueblo cubano a la hora de subsistir a la
barbarie de la guerra política y económica desplegada por la mayor potencia del
mundo. El reconocimiento de tan terrible, criminal y prolongado error tiene que
ver también con uno de sus principales efectos secundarios: la gran
transformación que, alrededor de las isla, se está impulsando en forma de una
gran alianza de pueblos, la Patria Grande, que exige al gigante del norte lo
que nunca demostró, que no es otra cosa que respeto a la independencia de los
pueblos y a su derecho de autodeterminación. Por todo ello Obama confiesa en su histórica declaración que una de las
circunstancias que le han llevado a replantearse tan equivocadas políticas es
el enorme aislamiento en que han dejado a EEUU en el continente americano. A
esto se le llama “el tiro por la culata”.
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Por una cosa y por otra, la falta de resultados esperados y
los pésimos efectos secundarios, Cuba gana y EEUU pierde. Bien, ¿y ahora qué?
Desde el punto de vista de la justicia y las relaciones internacionales ¿nadie
tendrá que pagar por el enorme daño que se ha hecho en estos diez lustros al
pueblo cubano, a sus derechos y a su desarrollo? ¿Y es posible que ninguna voz
sensata haya emergido hasta ahora con esta reclamación?
Porque, visitando ahora las propias obsesiones personales, lo
cierto es que resultaba algo más que patética la situación de EEUU y de su mejor
y más lamentable gobierno aliado, tracatán,
jalalevas y correveydile por excelencia en la región, que
es el de España. El enorme resurgir de la CELAC como gran foro político regional,
el creciente papel de otros organismos regionales e internacionales que no hacen más que censurar
y denunciar la política norteamericana respecto a Cuba, como el ALBA, MERCOSUR, el foro de los BRICS, junto a la pérdida de poder del mal vecino del norte en aquéllos que
hasta ahora había controlado, como la
OEA, eran ya insoportables para Washington. El apoyo incondicional de todos los
países de la región a Cuba y a Venezuela ante el acoso intolerable de EEUU y la
decisión unánime de la mayoría de ellos de que este año no acudirían a la
Cumbre de las Américas si los EEUU se atrevía a vetar nuevamente la presencia
de Cuba han puesto la guinda al pastelón penoso de la mantenida torpeza
insostenible. Por el camino, aunque en sus últimos tramos, quedan imágenes en las que Occidente queda pésimamente retratado, como la de la la soledad
de EEUU y España en la reunión de la OEA en que se condenó a toda Europa por su
lamentable papel en el atentado diplomático a Evo Morales, la de la reiterada condena de la práctica totalidad
del mundo en la ONU a EEUU por el bloqueo y la del enorme fracaso de la última
cumbre iberoamericana en que una gran parte de los gobiernos invitados castigaron con su ausencia el deplorable papel de España en el continente
americano: el de su su política agresiva hacia
los gobiernos de progreso como evidencia de su entreguismo a los planteamientos del
imperio (1).
Cuba debe estar atenta al nuevo escenario, pues en ningún
momento se ha manifestado por parte de la superpotencia que haya desistido de su
auténtico objetivo, la destrucción del sistema socialista y de todos sus logros
sociales, sino sólo de su fallida estrategia de estos años. De hecho el aludido
Obama declaró poco después del solemne anuncio, que EEUU no ha renunciado al
intento de provocar los cambios que ansía en Cuba, incluso que sería más fácil
conseguirlos con otras políticas. Más claro, el agua. Y me resulta verosímil
que sea más sencilla de alcanzar la destrucción del sistema cubano desde las
relaciones normalizadas y lo que podríamos llamar la “penetración permanente” que
desde el fiasco del enfrentamiento, pues la isla antillana ha aprendido bien durante
todos estos años de bloqueo infame cómo resistir la confrontación directa,
incluso cómo devolver cada golpe a su enemigo, a veces hasta incrementando el
castigo infligido por este. La solicitud hecha a principios de Enero por el inexplicable Premio Nobel
de la Paz, Obama, a su colega el Presidente Peña Nieto en el sentido de que
México ayude a USA a conseguir la “democratización
de Cuba”, sería una tomadura de pelo y un insulto a la inteligencia si, llanamente,
no fuera una buena broma. Háganse cargo del drama que plantea el gringo: el
responsable del centro internacional de torturas de Guantánamo y de la policía
racista de Ferguson y de Nueva York solicitando al presidente de un país carcomido
por los asesinatos policiales, las desapariciones en masa, la corrupción, el
fraude electoral instituido y el nepotismo político, colaboración para llevar la
democracia a ningún sitio. A esto podemos llamarlo “desparpajo total”.
Las buenas intenciones también hay que demostrarlas. No ha
sido así todavía. El mantenimiento persistente de la guerra total se ha
manifestado con clara rotundidad pero con nuevas tácticas en los últimos meses
en la política de EEUU respecto a Cuba. Por lo tanto, ningún buen augurio sobre
ese supuesto cambio en las relaciones. Mientras
el inquilino de la Casa Blanca y sus asesores estudiaban la normalización de
las relaciones, en los últimos meses, se han seguido produciendo ataques inaceptables en las relaciones internacionales a la soberanía
cubana e intentos de injerencia y de subversión tan significados como la
fracasada “red zunzuneo”, el envío a la
isla de falsos cooperantes sanitarios latinos que sólo buscaban, en realidad, crear
una red de disidentes juveniles, el más reciente de infiltración en algunos
grupos reguetoneros para que estimularan o generaran protestas con la letra de sus
canciones o, la más patética, la payasada de falsa performance en la Plaza de
la Revolución con nutrida presencia de la prensa internacional, “que se quedó en
eso”, para que la gente tuviera un micrófono abierto donde manifestar su malestar
con el sistema cubano. Si estos defensores de la falsa democracia lo hicieran
en mi país no habría micrófonos suficientes ni periodistas bastantes en el mundo
entero para recoger los millones de motivos por lo que la gente abomina del
sistema en que nos mantienen aquí. Que vengan y pregunten, y luego, si tienen arrestos, que le cuenten al mundo en
qué régimen la gente se siente peor. A eso se le llamaría “tener lo que hay
que tener”.
En la euforia de los primeros días tras el anuncio se deslizaban, cómo no, la ignorancia total sobre la realidad cubana, la arrogancia y la tergiversación que cubre como un velo toda la información que las empresas de comunicación españolas emiten sobre aquél país: mientras ilustraban las primeras páginas de sus periódicos con fotografías de cubanos mostrando su inmensa alegría por el regreso de los cinco héroes antiterroristas, los titulares se encargaban de señalar que esa celebración desbordada lo era por el restablecimiento de relaciones con Washington. A eso estamos acostumbrados. Se llama “la voz de sus amos”.
Cubanos celebrando, como se observa con claridad en las fotografías, "la normalización de las relaciones con EEUU" |
Pero aún más hilarante resultaba el intento de manipulación
de la historia a base de falsificar el lenguaje. Según lo que nos han contado con
profusión estos timadores de la historia, el acuerdo se inauguró con el
intercambio (sic) de “tres espías cubanos por un empresario –o también un contratista- norteamericano”. Lanzan
el mensaje de la injusticia implícita de que Cuba haya mantenido encarcelado
por 5 años a un honrado empresario que, sin duda, “pasaba por allí” frente a lo
razonable de mantener entre rejas a 3 temibles agentes comunistas cubanos. Pero
la realidad es muy otra. Es precisamente
la que nunca van a contar los medios españoles: los cinco cubanos eran agentes
antiterroristas infiltrados en las organizaciones de la caverna anticastrista
de Miami donde se planificaban actuaciones terroristas dentro de Cuba, mientras que Gross era un agente pagado con fondos de la USAID (¿puede haber algo más
repugnante que utilizar los fondos de cooperación al desarrollo para agredir e
intentar subvertir el orden en otro país?) que tenía como misión instalar una
red de comunicaciones clandestina dentro de Cuba al servicio de la CIA. Esa es
la realidad del honrado empresario y los feroces agentes de Castro. La verdad
prevalece y desmiente siempre a los falsificadores. Y, como dijo Chaves, los pueblos
acaban conociendo siempre la verdad. Así, los medios de la falsificación aún no
han dado una sola explicación razonable a cosas como estas que desmienten cada
coma que escriben: la señora Gross lleva años reclamando a Obama el intercambio
de prisioneros que finalmente se ha producido (¿por qué lo iba a hacer si su
marido no fuera un espía?), declarando cosas tales como “mi marido ya ha pagado
con creces el servicio a su país” (¿servicio?,¿ qué servicio a la patria debe
pagar un honrado contratista?). A los medios farsantes les ha desmentido el
propio Sr. Gross que declaró nada más llegar a su país que esperaba que los
pueblos no sufrieran jamás los efectos de políticas indeseables. ¿De verdad
alguien puede creer que esas sean las primeras declaraciones de un admirable “empresario”
o “contratista” injustamente detenido en
otro país durante años en lugar de reclamar su inocencia, denunciar la injusticia
de su castigo y declarar a voz en grito: “Pero caballeros… si yo estaba de vacaciones
en Varadero…. ¿Qué tengo yo que ver con todo eso?”? A esto podemos llamarlo "medios con el culo al aire".
Acabo con esta puntualización a propósito de algo que, me
da, excede la torpeza habitual de la prensa española para incurrir con claridad
en el sesgo, que no es otra cosa que el error sistemático y, en este caso, perfectamente
planificado: por mucho que nos digan, el bloqueo no ha terminado. Lo que se ha
planteado es algo mucho más primario que tiene más que ver con la simple
civilización y las buenas costumbres, pero la vergüenza de unas políticas
criminales, condenadas por el mundo entero, las del bloqueo, esas permanecen y
solo se ha dibujado sobre ellas algunas tímidas notas de buenos propósitos. En realidad hasta que no termine, nada
sustancial habrá ocurrido entre Cuba y los EEUU. Como ha dicho un buen y
admirado amigo, pocos pueblos se merecen mejorar en sus condiciones de vida que
el final del criminal bloqueo significaría, tanto como el pueblo cubano.
Que así sea.
Que así sea.
(1) A las balbucientes quejas del peor ministro de Asuntos
Exteriores que ha tenido España, García Margallo, por las destacadas ausencias
a “su cumbre” habría que responderle con una pregunta evidente: ¿y a quién le
gusta acudir a la invitación de quien le insulta, le agrede o le falta al
respeto como ha hecho este ministro con muchos gobiernos de la región? ¿No se
acuerda ya Margallo de las falsas amenazas de embargo de un material
antidisturbios que España NUNCA ha vendido a Venezuela, que hizo en los peores
momentos del asedio golpista contra el gobierno legítimo de Maduro? ¿No se
acuerda de la penosa posición común que ha defendido e impuesto su partido en
Europa, que no es otra cosa que un paso de tuerca más del fracasado bloqueo? ¿No
se acuerda del embajador Carnero intentando inspeccionar en Viena el avión del
Presidente de Bolivia? ¿Se ha olvidado Margallo de sus ataques a Cuba o a
Venezuela enarbolando el falso argumento de los Derechos Humanos y cómo los
obvia cuando habla con México (Ayotzinapa y miles de desaparecidos a manos de
la narco-policía), con Colombia (cientos de asesinatos extrajudiciales todos
los años cometidos por la policía y los grupos paramilitares amparados desde el poder) o con Honduras
(cientos de opositores, obreros, campesinos, sindicalistas y periodistas críticos asesinados cruelmente
con la connivencia y el apoyo del gobierno emanado del golpe a Zelaya)? ¿Acaso
cree el lamentable ministro que el falso doble rasero sea un ardid diplomático
que alguien le vaya a tolerar en la actualidad en aquél continente?
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