(Fotografía de Uri Vagham, La Habana, 2003)

lunes, 13 de septiembre de 2021

Let Cuba live (2ª parte)

 Cuando lo común es lo extraordinario.

Cuba es una excepción. Y está bien que así sea porque le grita al imperio que otro mundo es posible. Que se puede vivir, crecer, asegurar todos los derechos de la gente y desarrollarse sin ser un apéndice supeditado a otros, ni trabajar para el inglés. Tan asumido lo tienen ellos y el mundo que cuando pasan las mismas cosas que en los otros paises no faltan farsantes que se apresuran a certificar su defunción o a señalar que Cuba es una “dictadura”, con argumentos que si los usaran en sus propios paises harían estallar en carcajadas a cualquiera. Algunos ejemplos: cuando el 11 de julio de 2021 se sucedieron en ciertas ciudades de Cuba algunas manifestaciones de protesta instigadas desde el exterior con la entusiasta colaboración de la enorme maquinaria manipuladora de medios y redes sociales internacionales interesadas, declaraciones tan significativas como las del presidente de EEUU, patrocinador y financiador principal de ellas, hicieron sonrojar a muchos, dando paso a comentarios jocosos muy celebrados. Destáquese el de la portavoz de asuntos exteriores de Rusia, no el ministro, la portavoz, quien al escuchar que Biden anunciaba que las relaciones de su país con Cuba iban a cambiar desde ese día (¿a peor todavía?) y constatar que en esa misma jornada en Francia se habían desarrollado decenas de manifestaciones antigubernamentales de protesta en las que participaron miles de personas, no tuvo más remedio que advertir al mandatario yankee que, en su misma lógica, desde ese mismo día debía cambiar también las relaciones con el país europeo. No es usual que una portavoz cualquiera se mofe en público de todo un presidente de los EEUU, pero es que la estupidez no admite recato, ni moderación y, como dicen en mi pueblo, el vetusto dirigente “se lo puso a huevo”.

En Francia, como en cualquier país occidental de esos que se creen con el derecho de dar lecciones de democracia a Cuba, se desarrollan casi diariamente grandes y, a veces, muy violentas manifestaciones contra su gobierno y todo se asume desde la normalidad. En Cuba no suele haber manifestaciones de protesta y de ahí la excepción. Lo anormal es que las haya, así que, en aplicación de la teoría de la excepcionalidad punitiva, cuando ocurre lo mismo que en todos los sitios, nos anuncian la hecatombe, declaran que la gente no puede vivir más en ese régimen (obsérvese que los farsantes utilizan este término para denominar al sistema que no les gusta, cuando se refieren a regímenes de verdad, aunque amigos de ellos -Arabia Saudita, Marruecos, etc-, suprimen esa denominación) y deciden que hay que invadirla para implantar “una democracia”, entre comillas, de esas en que la explotación de la gente y la conculcación de sus derechos fundamentales le obliga a salir todos los días a las calles pidiendo cambios y exigiendo justicia. Los tergiversadores de la historia de todo pelaje no dudarán en señalar que lo que en todos sitios es muestra de salud democrática, en Cuba es una clara señal de “descomposición”.


Grandes protestas en Francia, contra la dictadura y exigiendo Liberté












Floyd es asesinado por la policía en EEUU, donde no existe represión policial, al parecer 


El presidente del (mal) vecino del norte, en un alarde de senectud mal asesorada, declaró ese mismo día que Cuba, por lo sucedido, era un Estado fallido. Convendrán conmigo en que hay que tener mucho desparpajo para identificar esa desastrosa condición en otros cuando eres el mandatario de un país en el que la mitad de la población piensa que quien ganó las elecciones fue otro, en donde una turba a las órdenes de aquel individuo asaltó recientemente el Congreso con el ánimo de ajustar cuentas con los senadores del partido contrario y se halla sumido en un sinfín, este sí, de manifestaciones callejeras contra la impunidad con que la policía asesina a la población negra. Fallido dijo y se quedó tan ancho sin comprender que, para muchos de los que le escuchaban, ese adjetivo era más adecuado para calificar su estado mental o la situación de los paises que abandonan tras invadirlos (de Afganistán en agosto de 2021 y lo que significa hablaremos otro día). Fallidos son, sin duda, sus intentos por acabar con Cuba o con Venezuela, tras tantas maniobras arteras impulsadas por ellos desde hace años, sin conseguir doblegar ni un tantito así la voluntad férrea de sus pueblos…

Los que defendemos todo lo alcanzado por la Revolución debemos evitar caer en las trampas de la excepcionalidad punitiva que nos ponen cada día. Un buen amigo cubano nos informaba que, contra lo que escribía el corresponsal del diario El País, Mauricio Vicent, en los días sucesivos al de las protestas, en las calles de La Habana apenas se percibía presencia policial. Lo confirmaba de primera mano y con las noticias que le llegaban de otros amigos repartidos por toda la ciudad y, al leerlo, me pregunté: y si la hubiera ¿qué? ¿No la habría en cualquier ciudad de España, de EEUU, de Francia o de Colombia ante una situación similar? Por supuesto que sí y en grandes cantidades. Luego entonces ¿por qué tenemos que cuestionarle ese derecho a Cuba, que tiene la obligación de preservar el orden y los beneficios que ha conseguido para todos? Y lo que es más increíble: ¿por qué nos tenemos que esforzar en demostrar que allí no pasa lo mismo que en nuestras espléndidas democracias y que asumimos como “normal”?

Alina López, historiadora cubana que recientemente participó en un debate emitido por youtube junto a otras personas defensoras de la Revolución, justificaba por “la represión policial” el extraño hecho de que las protestas en Cuba solo hubieran durado un día. Me costó creerlo y pensé que con un fallecido en el asalto a una comisaría y unas decenas de detenidos con su correspondiente asistencia legal, la represión cubana es una broma si la comparáramos con los más de 70 muertos y centenares de desaparecidos (la mayoría posiblemente asesinados también) registrados en las recientes protestas de Colombia , un país en que las manifestaciones se sucedían un día tras otro durante varias semanas a pesar de la brutal, esa sí, represión policial. Cuando la indignación y los motivos de la gente son fundados y la necesidad de manifestarlos, espontánea, no hay represión que la deje en casa, por lo que como argumento parece flojo. Mientras, por supuesto, asistimos con perplejidad a las condenas del gobierno colombiano por la situación cubana (¡ja!), solicitando de sus autoridades “que permitan la libertad de expresión” de la gente (textual) (¡je!). En fin, que al leerlo no tuve más remedio que contener la respiración por si en ese alarde de desfachatez desbordante se hubieran atrevido a añadir la coletilla de “como se garantiza en Colombia”, (¡ji!) que eso sí sería el colmo del desparpajo (¡jo! y ¡ju!).

España y la UE también le piden a Cuba que permita la libertad de expresión de los que piensan diferente, mientras el primero mantiene encarcelado al rapero Hassel por cantar la corrupción de la monarquía española, escándalo sobre el que se publican decenas de noticias diariamente sin que nadie se atreva a desmentirlas.

En EEUU y en los demás paises que practican la hipocresía máxima respecto a Cuba, el colaborar con una potencia extranjera para subvertir el orden o intentar acabar con el sistema político que se han dado está penado con cadena perpetua e, incluso, con la pena de muerte, pero, eso sí, a Cuba, por lo mismo, no se le consiente detener a los mercenarios o a los agentes colaboradores, ni identificarlos, vaya, pero, en fin, el capítulo del “doble rasero” o del cinismo supremo debemos dejarlo aquí ya que, como ven, da para mucho y como la casuística es infinita si no lo hiciéramos no quedaría espacio para nada más.

El parto de los montes.


A raíz de los acontecimientos que se comentan se han visto en las últimas semanas muchas imágenes patéticas y muchas, además, falsas. Destaca entre las primeras una foto del senador norteamericano Rick Scott, furibundo anti-cubano, mostrando una fotografía, no sabemos si auténtica, de lo que parece ser un manifestante antigubernamental en Cuba reducido por un agente de la seguridad, algo que nadie con cierta vergüenza mostraría en EEUU o en España, donde la actuación de ese agente sería una dulce caricia comparada con lo que estamos acostumbrados a ver y tolerar. La miras una y otra vez y no puedes concluir otra cosa que el conjunto se trata de una de las imágenes más patéticas que se pueden observar hoy en día. La propia foto es el ejemplo más definido de la derrota. Comparable solamente con lo que muestran los medios estos días sobre la salida atropellada y vergonzosa de marines, diplomáticos y colaboradores estadounidenses de Afganistán.

Esto es, que tras 60 años de brutal bloqueo a Cuba y de cientos de millones invertidos en provocar inestabilidad, comprar subversión, garantizar disidencia, contratar actos terroristas y pagar a unos centenares de mercenarios ladrones, lo máximo que le pueden mostrar al mundo esa esa ridícula fotografía. Los montes parieron un ratón, como en el Ars Poética de Horacio (128): “Parturient montes, nascetur ridiculus mus”. Si analizan, la relación costo/beneficio es tan desastrosa como la que pueden exhibir los gobernantes gringos a su salida de Afganistán, donde dilapidaron más de 2 mil millones de $ en la guerra o, lo que es lo mismo, 300 millones al día durante 20 años, para salir ahora, el rabo entre las piernas, dejando una situación peor de la que había cuando invadieron el país y con el riesgo de terrorismo internacional notoriamente incrementado gracias a las toneladas de armamento tan estúpidamente regalado a los talibán. Concédanle a este humilde servidor el derecho a declarar lo que antecede pues no en vano (¿o sí?) asistió en primera persona, hace 20 años y en la misma frontera de aquél atormentado país con Pakistán, concretamente en la ciudad de Peshawar, a la inútil invasión.

Observas la grotesca foto del chusco senador y te convences de que su pretendido éxito sería hacernos creer que en Cuba pasan las mismas cosas que en EEUU, pero él sabe muy bien que no es verdad. Ni se parece, afortunadamente para Cuba. Ridículo es poco, tan solo comparable con lo que sentimos al escuchar aquélla entrevista de un periodista de un medio público español cuando, hace años, preguntó a la disidente cubana Yoani Sánchez si en su país podía hacer las 3 comidas diarias, cuestión que el infame plumilla jamás se hubiera atrevido a plantear a un somalí, por ejemplo, ni a ningún miembro de las miles de familias que, en España, en este momento, malviven de la ayuda alimentaria caritativa. La excepcionalidad punitiva de nuevo en su versión “la paja en el ojo ajeno”.

Si en EEUU existiera un mínimo de conciencia de lo que es y para lo que debe servir el dinero público, todos los que contribuyeron a la guerra de Afganistán o al asedio a Cuba, estarían ante los tribunales por malversadores e ineptos, además de por criminales. Pero tranquilos, que estas no dejan de ser más que elucubraciones ingenuas, pues como muy bien dijo Assange, otro perseguido inmisericordemente por decir las verdades de aquél nefasto sistema, nada se perdió para el imperio ni para sus objetivos: el dinero pasó hábilmente de los bolsillos de los ciudadanos a los de los amigos de quienes gobiernan (fabricantes de armas, grupos extremistas, terroristas, mercenarios, medios de comunicación títeres, etc). Ellos nunca pierden. Solo la gente.

La reflexión debe llevarnos a plantear también que si la actividad manipuladora y parcial de los medios se usa para atentar contra los derechos y libertades de los cubanos es obligación del Estado regularlos o, si fuera preciso, suspenderlos. Es evidente que si lo mismo ocurriera en los paises de las falsas democracias que dan lecciones a Cuba, no dudarían en hacerlo con el beneplácito y hasta el aplauso de los más fervientes defensores del derecho de prensa, esos mismos que se rasgan las vestiduras cuando Cuba hace valer sus derechos.


Manifestación pro-revolucionaria en La Habana, 11 de julio, presentada por los medios como antigubernamental

El mundo de las fake-imágenes, créanlo, es apasionante y su uso indiscriminado en esta batalla de la guerra contra Cuba así lo demuestra. Son tantas las evidencias de su utilización que no voy a detenerme en ello, pero quiero aportar mi punto de vista al debate: poca gente debió participar en las protestas cuando los contrarrevolucionarios han tenido que usar imágenes de revueltas masivas sucedidas en otros paises o, para más inri, en Cuba pero a favor de la Revolución, para engañar a los incautos. Muchas de ellas, eso sí, fueron tomadas en paises democráticos o en vías de serlo al más auténtico gusto del imperio: en Egipto, en España, en Colombia….. Y, además, poca brutalidad policial tuvo que darse en la isla cuando las imágenes de esa violencia que nos sirven estos manipuladores son de Colombia, Cataluña, Francia, etc… Desde luego, si no las tienen, no será porque no hayan estado miles de cámaras preparadas para inmortalizar cualquier desmán o exceso que pudiera hacer sucedido, pero por desgracia para ellos, nada recogieron porque nada hubo, así que, ya saben, a tirar de hemeroteca cambiando el nombre del lugar donde las imágenes fueron tomadas….

El impresentable papelazo del mundo libre

Mientras todo esto sucede, el concierto de las naciones no acaba de empezar la sinfonía. Ni siquiera desafina. Simplemente no se atreven a sacar los instrumentos de la funda, no sea que el director la tome con ellos. Vergonzoso. En pleno siglo XXI, en el que la mayoría de los paises del mundo se alistan para alcanzar cotas no conocidas de bienestar y progreso para todos, nadie es capaz de irrumpir en este escenario de matonismo universal que protagoniza EEUU contra un pequeño país insumiso, y decir “¡basta!”, enfrentar al gánster y plantear un cambio en las relaciones propias y del resto de los paises con Cuba, como las que mantienen con los demás paises, incluso con paises socialistas como Vietnam. Nadie lo hace ni plantea una solución consensuada en Naciones Unidas, por encima de la declaración anual de condena que se ha convertido, durante 29 años, en un mero gesto de la comunidad internacional contra la genocida política de EEUU sin ninguna traducción práctica, para acabar con ella, ni siquiera al margen de los dictados del más fuerte. La ley de la selva todavía, capaz de tirar por tierra 76 años de multilateralismo desde que se fundó la ONU.

No se trata de ayuda humanitaria, tan manida como carente de su esencia original, bello consenso internacional prostituido hasta el hartazgo para justificar todo lo que expresamente se prohíbe en sus instrucciones de uso, y que algunos paises que no se agachan ante Washington ya han comenzado a enviar (China, Rusia, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, México, etc), se trata de mantener relaciones normales entre paises, con sus acuerdos, sus intercambios comerciales y económicos, su concesiones de créditos y sus plazos de pagos, su cooperación al desarrollo y en fin, todo lo que es normal en las relaciones bilaterales, libres y no condicionadas por terceros. Cada cual fija sus intereses sin que nadie le amenace, ni sancione por mantenerlos. Algo propio del mundo de lo bilateral entre los países, de lo que ha quedado excluida Cuba por imposición de uno solo. Dan vergüenza los paises y sus dirigentes, muy especialmente los de la UE a cuyos miembros las decisiones norteamericanas perjudican especialmente al aplicarse de forma extraterritorial. Lo nunca visto para bochorno del mundo y, especialmente, de los ciudadanos europeos.

Pero no menos lamentable resulta la actitud del tercer sector internacional y los organismos multilaterales, muy especialmente lo que hacen o, mejor dicho, lo que no hacen las ONG’s y las agencias de cooperación. Se dan las condiciones para poner en marcha ayuda de emergencia al sistema sanitario cubano (insumos, medicación, material sanitario, etc) y para la ayuda alimentaria a la población, que sufre las penurias provocadas básicamente por la guerra declarada por el gobierno de EEUU. Se trataría, claro, de ayuda humanitaria de verdad, de la que no se ofrece para humillar a las víctimas, ni como caballo de Troya para provocar cambios políticos, es decir, algo que sin duda no interesa al gobierno de EEUU ni al coro de anexionistas que desprecian la patria y la vida de los cubanos. Hablamos de la que se da para salvar vidas, curar la enfermedad, aliviar el dolor y acompañar, sin pretensiones de devolución ni de recibir contrapartida alguna. De momento las iniciativas son inexistentes o muy escasas, desde luego muy por debajo de lo deseable, apenas las lanzadas modestamente por ECHO de la UE e implementadas en el terreno por Oxfam o Unicef. A pocos se les puede escapar que el miedo a molestar o a interferir en los planes del agresor está detrás de esta abrumadora parálisis del movimiento humanitario internacional, poniendo en entredicho, de nuevo, la premisa de la independencia, si es que alguna vez trabajaron de verdad respetándola.

A modo de final.

Tiempos difíciles en que la ley del más fuerte es la única que rige las relaciones mundiales y todos asumen que el matón estrangule a su víctima mientras le recrimina que no respire cuando le ve sacar la lengua. Hay quienes colaboran con ese crimen, interesados y algunos malos hijos, y hay quienes se dejan arrastrar por ellos sin calibrar las consecuencias que sus pretensiones tendrían para la patria y para los cubanos. Pero la mayoría, en Cuba y en el exterior, permanecen fieles a los principios sin renunciar a ningún sueño ni a ningún derecho.

El mundo debe moverse y pararle los pies al agresor. El mundo debe garantizar que los EEUU y sus corifeos dejen vivir a Cuba.

Let Cuba live.

Es un clamor.

 

M. Díaz

El día en que algunos celebran a Osún y otros al Bautista, que tanto da, el que no tiene  de congo tiene de carabalí, de 2021



 

 

lunes, 30 de agosto de 2021

Let Cuba live (1ª parte)

 

A Lázaro Díaz, amigo, socio, hermano,
Al que le abandonaba la vida mientras el último y frustrado asalto del imperio se cernía sobre Cuba.
Él, que vivió tantos y tanto luchó contra ellos, desde su puesto de jefe de la Defensa de la Plaza de la Revolución, en la crisis de octubre de 1962, al lado del Che, hasta nuestros días.
A él, que tanto me enseñó sobre Cuba, sobre cómo quererla y defenderla.
Que siempre me recordaba que éramos gente de Patria o Muerte, aunque no hiciera falta. 
Siempre en nuestra memoria y en mi corazón.


Justina Chong; El cosechero (República Popular China), Exposición Let Cuba Live, Instituto Tricontinental de Investigación Social


La trinchera siempre está a un lado, si está enmedio la ocupó el enemigo.

A menudo disiento, por su imprecisión, del lema que saluda al visitante que llega al pueblo guantanamero de Caimanera. Cuando visité esa bella localidad acompañado de Lázaro, mi yunta, me lo encontré así, de sopetón: “Bienvenidos a la primera trinchera antiimperialista” porque, aunque se entiende que su situación fronteriza con ese pedazo de Cuba usurpado por los EEUU y dedicado a Base Naval en territorio extranjero le permite exhibir ese bello título, parece más certero plantear que realmente toda Cuba sea esa trinchera. Trinchera a su pesar y sometida a una guerra implacable por parte de los EEUU desde hace más de 60 años, comercial, financiera, militar, mediática, mercenaria, diplomática y no sé cuántas modalidades más le serían aplicables. Como consecuencia de ello y como corresponde a esa categoría de resistencia, su margen de maniobra es escaso, su exigencia de unidad interna, vital, y su eventual concesión a las demandas imperialistas, un suicidio.

Lo aprendí hace muchos años y así me lo contaron cuando me interesaba por el fundamento de algunas medidas que tomaban las autoridades cubanas, para mí incomprensibles incluso en el contexto del que tratamos. “Es la ley del todo o nada”, decían, no existen las posturas intermedias porque esas son las que pretenden quienes desde dentro o desde fuera buscan crear la brecha que acabará por destruirlo todo y hay que asumir que, como en toda guerra, situarte en un bando es aceptar todo por unanimidad sin concesiones a los matices ni a las medias tintas.

Por eso me cuesta entender algunos planteamientos que hacen ahora algunas personas que nutren y han nutrido de forma nítida las filas revolucionarias. Creo que la primera vez que lo noté fue hace unos meses, cuando los sucesos mercenarios de San Isidro. Leí con cierta perplejidad una declaración de la UNEAC, me parece que del grupo de la Isla de la Juventud, que se situaba en una postura “intermedia” entre, no es textual pero creo recoge bien lo que se declaraba, “los radicales de la revolución y los que defienden el fin de esta a toda costa”, incluyendo en este último planteamiento la intervención militar de la potencia extranjera. Me dio que pensar pues era un punto de vista totalmente novedoso para mí, en clara contradicción con la teoría dicotómica expresada antes y que siempre me llevó a confirmarme en un extremo de este escenario, cuando tiendo a hacerlo más en los tercios medios. No les diré qué punto escogí ante este dilema, pero sí por qué lo hice: no puedo entender la equidistancia en la situación de Cuba. Bueno, en realidad lo que pasa es que sí la puedo entender, porque para mí es una versión dulcificada del extremo contrarrevolucionario, es admitir como válido el papel del poli-bueno torturador que, buscando lo mismo que el poli-malo, te arrancan la rendición para que el feroz no acabe contigo, es asumir la tercera vía que, cuando alcanza su objetivo, enseña su cara verdadera que no es otra que la de siempre, es dar por válida la edición actualizada de la revolución de los colores, el fundamento de la nefasta primavera árabe trasladada al Caribe, es, en fin, confirmar sin ambages el golpe blando que la hipocresía de los tiempos les ha obligado a desarrollar para conseguir lo que nunca lograron en Cuba aunque sí en otros paises con el golpe duro, el de la bota y el fusil del generalote infame traidor a su pueblo.

Pretendí analizar exactamente qué significaba ser radical de la revolución cubana. A ver si acierto: ¿No querer que se entregue la patria al imperio? ¿Rechazar que tu país se convierta en ese estercolero de injustica y desigualdad que son otros paises de América Latina, o Cuba antes del 59, cuando, oh marine, oh boy, aparecen los EEUU en el horizonte dispuestos a inyectarte democracia? ¿Pretender que los cubanos, en especial los más vulnerables, sigan disfrutando de servicios públicos que garanticen su derecho a la salud, a la educación, a la protección social, al agua, la energía, la cultura, la vivienda, el deporte, etc? ¿No consentir que haya desnutrición infantil? ¿No admitir que haya represión, ni decenas de muertos y desaparecidos por la policía cada vez que se convocan manifestaciones contra el gobierno?  ¿Luchar porque la policía no mate a los negros o a los líderes sociales impunemente por el mero hecho de serlo? ¿Defender que en aquella isla manden los cubanos y que las riquezas que generen se queden allí y se repartan entre todos? ¿Es eso ser radical de la Revolución? Pues entonces no lo duden: apúntenme a esa nómina de extremistas defensores de esa utopía que, con todas sus dificultades, es Cuba. Digan que admiro lo que ha logrado la Revolución cubana para la inmensa mayoría de la gente y, de paso, añadan que no pienso juntarme con los que entienden y justifican a los del bando contario y están dispuestos a renunciar a alguna o a todas esas conquistas “para que termine el asedio”, ni aun buscando vías de aproximación que aplaque sus iras.

Veo en estos días que muchos, antes de emitir sus puntos de vista, anuncian que son y han sido firmes defensores de la revolución, como si eso imprimiera, ante nuestros ojos, alguna legitimidad para justificar su nuevo punto de vista. Y lo hacen con el ánimo de exponer, lo primero, que el bloqueo, ese formato de guerra que mantiene EEUU y sus satélites contra la mayor de las Antillas, es el origen de los problemas que allí enfrentan para, después, una vez señalada la bicha, sacarla de la ecuación por arte de birli-birloque y analizar los problemas como si esa cruda agresión no existiera y las cosas pasaran en ausencia de ella. Pues no, no es posible, el bloqueo criminal lo impregna todo y no se puede estudiar ni un átomo de la realidad cubana en cada detalle, incluidas las actuaciones gubernamentales que, con mayor o menor razón, a veces se critican, sin tenerlo presente. El bloqueo es un genocidio que atenaza y oprime la vida de los cubanos desde hace más de seis lustros, de manera que una vez dicho y admitido esto lo demás es música celestial, aderezos del problema que producen sus efectos exclusivamente desde una aportación puramente tangencial y cosmética, incluidas las cosas que sea preciso cambiar.

Quienes no lo admiten, lo niegan o hacen como que no tuviera el devastador efecto que tiene, trabajan, a sabiendas o no, a favor de la postura equidistante que, como la declaradamente intervencionista, busca acabar con Cuba y con los derechos elementales de los cubanos. 

Otra cosa es que se puedan y deban emprender cambios que mejoren la vida de la gente, su participación real en la gestión de los problemas y su capacidad de intervenir en las decisiones que tienen que ver con ella, sin poner en peligro los derechos de la mayoría, es decir, sin ceder nada a quienes quieren destruirlo todo, ni permitir que se abran brechas que puedan ocupar los que trabajan por el fin de lo alcanzado con tanto sacrificio.

Ahondar en la excepcionalidad que ofende al orden establecido.

Elisa, inmigrante ecuatoriana en España desde hace más de 15 años donde trabaja como limpiadora, empleó todos sus ahorros, al igual que hizo su hermano, en pagar las medicinas, el tratamiento, el oxígeno y la atención sanitaria que necesitó su madre y un hermano discapacitado que viven en su país, cuando enfermaron de COVID-19 y tuvieron que ser ingresados en un hospital público, institución sanitaria en que, a pesar del nombre, se paga todo y, en estas circunstancias, a precio de oro. Más de 40.000 € hubieron de enviar para hacer realidad esta versión internacional de los llamados “gastos catastróficos en salud”, según me contó Elisa el mismo día en que la tía Delia, modesta jubilada que trabajó toda su vida como dependiente de una cafetería, era dada de alta en el Hospital Provincial de Santiago de Cuba, donde estuvo ingresada 45 días por la misma infección, después de recibir todo tipo de atenciones de alto nivel científico y técnico, incluidos los tratamientos farmacológicos que necesitó, la prolongada estancia en la UCI, la oxigenoterapia y, por supuesto, la asistencia de los mejores profesionales de la salud que se pueda imaginar y, ni que decir tiene, gratis total. Es Cuba, mi hermano, se llama Sistema Sanitario Público, universal, gratuito y de calidad y es la pequeña islita bloqueada dando ejemplos al mundo de cómo se hace. Efectivamente, es el mal ejemplo que da un país pobre y acosado que, a pesar de todo, exhibe los mejores indicadores de América en evolución de la pandemia, incluido, claro, los EEUU, y que ha sido capaz de desarrollar tres vacunas para la COVID-19, las únicas de Latinoamérica, con niveles de eficacia equiparables a las más usadas en Occidente fabricadas por multinacionales farmacéuticas. Con ellas, Cuba está vacunando a su población y piensa donarlas a los paises que las necesiten y no puedan pagar los exorbitantes precios de las vacunas comerciales. Los hay, malintencionados, que creen que este alarde de la biotecnología cubana de primera línea y el daño que pudiera causar a Astra Zéneca, Pfizzer, Johnson & Johnson y otros gigantes del negocio farmacéutico, precipitó este asalto coordinado a la estabilidad social cubana vivido en las últimas semanas. Lo fuera o no, la campaña de descrédito y criminalización del sistema sanitario cubano y sus programas de solidaridad internacional, que asombran al mundo llenándonos a muchos de sana envidia y admiración, y a unos pocos miserables de repulsiva indignación, es lo más vergonzoso e insultante de todas las canalladas con que el imperio difama y destruye las cosas más admirables que este pequeño país brinda solidariamente al mundo y a los que, aquí y allá, más lo necesitan.

Una media hora antes de que comenzaran los disturbios en Santiago de Cuba, el tío Angelito puso en candela el whatsapp: “Acaba de pasar por la Alameda lo peor de cada casa, tremendo elemento camina por ahí, algo traman…”. A nadie le sorprende que lo más marginal de la sociedad cubana sea el objetivo del mercadeo mercenario y el brazo ejecutor de sus agresiones. Buen caldo de cultivo que no hace más que recordarnos el enorme trabajo que tiene pendiente la sociedad cubana. Máxime si tomamos en consideración la impresión generalizada de que entre los participantes más agresivos de la algarada predominaba la población negra. Una cosa explica, sin duda, la otra y debería dar mucho que pensar a las autoridades. ¿Ven? Es muy fácil identificar áreas de mejora, objetivos de las políticas y retos para la sociedad civil, trabajando desde la aportación seria y constructiva. Pero eso no vale nada para quienes no buscan que nada mejore, sino su lucro e interés personal y el de su clase.

Pero es muy ilustrativo estudiar lo ocurrido en el curso de algunos desórdenes, en especial los saqueos de tiendas y los intentos de asalto a alguna estación de policía. Aún lo es más el acoso y apedreamiento de hospitales, consultorios médicos y centros de protección social y el amedrentamiento de la población que en ellos se encontraba. El Centro de Impedidos Físicos “América Labadí”, en el reparto Antonio Maceo de Santiago, fue protegido por los propios vecinos cuando algunos de esos sujetos comenzaron a increpar a trabajadores y pacientes, según relataron ellos mismos. Y son esclarecedores esos condenables sucesos porque en el acto mismo se muestra con claridad qué es lo que quieren destruir los que protestan, pues su mera existencia es la viva imagen de lo que es la Revolución y de cuáles son sus logros. Y no solo eso, sino que saben que mientras la inmensa obra levantada por los humildes para los humildes siga en pie sus pretensiones no pasarán de eso, por mucho dinero que inyecten los que quieren destruir lo que es de todos, porque los cubanos, pueblo culto y generoso, sabrán defenderlo hasta el final.

Cuba, excepcionalidad viviente y por hablar de otra cosa, es el país de América Latina que más medallas de oro ha obtenido en la recientes Olimpiadas de Tokio, en las que la isla ocupó el puesto 14 del mundo, tan solo equiparado al gigante Brasil, además de ser el primero del mundo en tasa de medallas por habitante. Por situar las referencias, España no tiene vacuna anti-COVID propia ni se la espera y ha ocupado el lugar 43 en esta competición mundial del deporte.

Hay que acabar con Cuba, no lo duden, su ejemplo no puede ridiculizar más al capitalismo.


M Díaz 


(continuará) 


domingo, 4 de abril de 2021

El desafortunado viaje de la señora ministra

 

González Laya en Colombia fotografiándose con niños venezolanos emigrados (europa press)

Recientemente hemos conocido que la ministra española de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación (MAUC), Arantxa González Laya, realizó un viaje de trabajo a Colombia en el transcurso del cuál visitó la ciudad de Cúcuta, en la frontera con Venezuela, con el fin de “conocer la realidad de los migrantes venezolanos”. El interés por ese conocimiento se justifica, entre otras cosas de las que hablaremos a continuación, porque España “aporta ayuda humanitaria para prevenir la COVID-19 en las personas refugiadas y migrantes venezolanas” (la cursiva es mía), siendo esta una iniciativa de calado, nada coyuntural ni al ritmo que marca la pandemia, sino que antes de la COVID-19, nos aseguran, España se puso “al frente de las donaciones para atender a los migrantes venezolanos” (noticia de octubre de 2019).

Nada que decir de tan loable interés si no fuera porque la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) insiste en incluir los fondos que destina a tal fin y que CáritasAcción contra el Hambre y Cruz Roja Española ejecutan en el terreno, entre los exiguos recursos que dedica a la Ayuda Humanitaria (62 millones de € en 2019, el 6,5% de la Ayuda Oficial al Desarrollo -AOD- bilateral y el 2,35% de la ayuda neta total), lo que decididamente no es, por mucho que los pongan bajo la gestión de la devaluada Oficina de Acción Humanitaria y a pesar de que la nota de prensa en que se anuncia incluya en el párrafo final: “La Oficina de Acción Humanitaria de la AECID se encarga de la gestión y ejecución de la acción humanitaria oficial de España, en base a los principios humanitarios de humanidad, imparcialidad, neutralidad e independencia”.

Y aquí está el quid de la cuestión, en los principios humanitarios y especialmente en el de la independencia que al final se señala y del que no puede estar más lejos el MAUC y su agencia de cooperación en esta actuación. No toda la ayuda que prestan los gobiernos es ayuda humanitaria. De hecho, la mayor parte, como se ha dicho, no lo es, sino que suele tratarse de distintas formas de asistencia sobre cuya finalidad donantes y receptores tienen intereses que van más allá del objetivo inmediato que se anuncia. Y cuando no son las necesidades básicas de la población afectada por un evento catastrófico, sea terremoto, guerra, pandemia o crisis económica, lo que mueve al donante, o cuando éste se puede identificar con claridad como causante o contribuyente al mal que pretende aliviar, la ayuda no puede ser considerada “humanitaria”.

Como es conocido, España, al igual que Europa, carece en la práctica de política exterior propia, estando supeditada de forma habitual a los intereses, designios y directrices de EEUU. Entre las cualidades que adornan al actual responsable de la política exterior de la UE, José Borrell, antecesor de la Sra. González Laya en el MAUC, destaca la sinceridad. Quizás no sea una gran virtud para un diplomático, pero a los ciudadanos de a pie nos ayuda a entender algo mejor las relaciones internacionales. El Sr. Borrell no ocultó ni un detalle en su momento sobre cómo el reconocimiento de España a Guaidó, la persona elegida por Trump para presidir Venezuela, se precipitó por las presiones del embajador de EEUU en España, ni que, en la actualidad, para conocer qué rumbo van a tomar las relaciones de Europa con aquél país latinoamericano tengamos que esperar a que (textual) “Biden fije posición”. Por ello España y Europa se suman con decisión a toda la batería de sanciones que impone el gigante del Norte y que, sin duda, está en la base de la penuria que atraviesa la población venezolana, provocando su éxodo hacia países limítrofes, como Colombia, en busca de alivio a su precaria situación. España, por tanto, contribuyendo a crear el problema y, luego, acudiendo presto a socorrer a las víctimas. Como aquél piadoso noble de la fábula de Iriarte, tan explotador como generoso, del que escribió con motivo de la inauguración de una casa de salud para indigentes que el sátrapa construyó:

«El señor don Juan de Robres,
con caridad sin igual,
hizo este santo hospital…
y también hizo los pobres.»

domingo, 14 de octubre de 2018

Michael Robinson y los deportistas desertores cubanos

Michael Robinson, tal como era en la época en que desertó
 Estimado Sr. Robinson,
Muy interesante el reportaje sobre los deportistas cubanos desertores emitido hoy día 15 de octubre de 2018 en su programa de la cadena SER "Acento Robinson". Tan solo se les ha olvidado que más del 95% (y me quedo corto) de esa emigración por la que demonizan a Cuba es económica y no política, como lo es toda la emigración cubana en general y la marroquí y la ecuatoriana y las senegalesa.... y la de todos los países en desarrollo.

Es un pequeño detalle que se les ha olvidado señalar, seguramente porque pretendían confundir a la gente para que pensara que dejaron Cuba "huyendo de la feroz dictadura castrista". Es lo habitual. Al oyente que le diera por pensar (sí, ya veo que cuentan con que eso sea difícil) se daría cuenta de que la mayor parte de los jugadores de los equipos de la élite futbolística española, por ejemplo, no son españoles. Entonces, ¿qué querrá decir eso? ¿De qué dictadura huyeron Cristiano Ronaldo, James Rodríguez, Messi o Etoó? ¿De qué  odioso régimen desertaba el director de este programa,  Sr Robinson, en 1987 cuando abandonó su país para probar fortuna como futbolista en este?

Tan sólo les tengo que dar la razón en algo que han repetido hasta la saciedad: que Cuba es el país del mundo que más deportistas desertores ha producido; "el primero,  de lejos" como dijeron. No han explicado, por supuesto,  que la mayoría de los países en desarrollo no pueden competir en ese ranking simplemente porque no" producen" deportistas de élite,  ni que , si lo hicieran,  jamás desbancarían a Cuba porque los deportistas de los demás países que deciden hacer carrera en equipos extranjeros no son nunca desertores,  sino profesionales que optan libremente por  trabajar donde las opciones que les brinda el libre mercado son más ventajosas. ¿O llamarían ustedes "desertor jamaicano" a Usain Bolt por haber decidido hacer carrera como futbolista con el Central Coast Mariners de la liga australiana? 

Por supuesto que no, son desertores los cubanos porque sin duda huyen del brutal comunismo que les tiraniza. La gente se cansa de sus tomaduras de pelo y sus insinuaciones malintencionadas y simplistas. Consideren que hay oyentes que analizan lo que escuchan y desechan los argumentos vacíos y manipuladores que muchas veces les sirven programas como el suyo.  El que piensa, y somos muchos, podría deducir..."un país pobre y bloqueado que produce y ha producido cantidad de deportistas de élite.. ¿cuál será su secreto?" ..

A lo mejor es el sistema, que invierte sus escasos recursos en formar a las personas.... y no en conseguir que unos sean inmensamente ricos mientras la mayoría vive en la miseria.

Hala, a seguir mejorando.... ..que les queda mucho, por lo que hemos visto en la emisión de hoy...
M. Gironés V.

miércoles, 3 de octubre de 2018

Venezuela y la crisis migratoria: la Ayuda Humanitaria concebida para otra cosa


El Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, a propuesta del llamado “grupo de Lima”, ha aprobado una resolución en la que insta al gobierno de Venezuela a aceptar una supuesta ayuda humanitaria internacional1.  A mi modo de ver y por todo lo que significa, este organismo multilateral incurre así de forma flagrante en la perversión de término y concepto, además de plegarse a los intereses intervencionistas de un grupo de países que pretende con esta pantomima derrocar a un gobierno legítimo.

En toda mi vida en este mundo de la cooperación y la acción humanitaria, es la primera vez que veo que un organismo internacional, sería igual que fuera un país, inste a otro a que acepte la ayuda humanitaria internacional.  Es decir, a que reconozca, primero, que tiene una crisis que no puede resolver con sus propios medios por lo que requiere colaboración exterior y, luego, a que acepte la que le impongan otros, como ellos quieran y, posiblemente, sujeta a determinadas y aviesas condiciones, que es de lo que se trata.

Creo que nadie duda a estas alturas de que esos condicionantes habilitarían a los generosos donantes a intervenir en la política interna de Venezuela, en el funcionamiento de sus instituciones y en su forma de gobierno. Es decir, que la espléndida colaboración que nadie les pidió lo que realmente pretende es conculcar su soberanía.

En las relaciones internacionales el mecanismo de la ayuda humanitaria sólo se activa cuando el propio país que la necesita la solicita o, en el caso de que gobierno e instituciones hayan colapsado y no exista autoridad legítima, la ponga en marcha la ONU. Ninguna de estas dos circunstancias se da en Venezuela. Y, no solo eso, sino que es la primera vez en la historia que otros instan a un país a que la acepte sin que la haya solicitado ni reconocido que la precisa.

¿No les parece raro todo esto? Efectivamente, como estará pensando, quienes instan no pretenden, ni les preocupa lo más mínimo, mejorar la vida de los venezolanos, ni buscan, como técnicamente exige la puesta en marcha de un mecanismo como ese, “disminuir la mortalidad y la morbilidad asociada a la crisis”, sino que, si llega el caso, la incrementarían con medidas antisociales o con la violencia y la intervención militar.

Nos enseñaron, desde Dunant en Solferino, que este mecanismo de la ayuda internacional se da solamente ajustado a las necesidades de la población que sufre (salvar vidas, curar enfermedades, aliviar el dolor) y, a diferencia de otros instrumentos de la cooperación entre países, no puede ser condicionado por nada ni reclamada su devolución en el futuro. ¿Alguien cree de verdad que los farsantes que promueven esa iniciativa no piensan poner condiciones al gobierno venezolano si la aceptara? ¿Alguien puede creer que su objetivo principal no sea, en realidad, cesar o someter a Maduro, un presidente que, les guste o no, ha sido elegido democráticamente por la mayoría de los venezolanos? Está claro, ni buscan aliviar las necesidades de los venezolanos ni tienen previsto no imponer sus condiciones. Mentiras nada más y crisis falsa y fraudulenta.

¿Y quiénes son los que manipulan los mecanismos del movimiento humanitario internacional  para anteponer sus propios intereses a los del pueblo venezolano que ha elegido libremente a sus gobernantes? El grupo de Lima. Es decir un grupo de países de América que, al no encontrar suficiente eco de su política agresiva contra Venezuela en el seno de la OEA porque jamás alcanzaron la mayoría necesaria para impulsar sus propósitos, crearon un grupo fuera de la misma para promover sus propios desmanes, ellos mismos sin contar con la oposición de nadie. Es un “yo me lo guiso y yo me lo como” más bien patético que pone en evidencia su minoría en aquél organismo internacional.

Y lo que más perplejo nos deja desde la perspectiva del humanitarismo internacional es que esta exigencia absurda la formulen quienes han provocado la situación adversa de la población que ahora intentan revestir de crisis humanitaria. Efectivamente, son ellos y solo ellos los que con su seguidismo a las sanciones y al bloqueo impuesto a Venezuela a requerimiento y mayor gloria de Donald Trump, han provocado la escasez de algunos productos que ahora quieren disfrazar de crisis humanitaria. Como si Hitler hubiera exigido a Rusia que, durante el asedio a Stalingrado, aceptara la ayuda que quería brindar Alemania, sobre todo, y sin duda, para que fuera repartida por él y su ejército, casa por casa.

O sea, que funciona así: te intentan matar de hambre y luego te exigen que cojas la comida que te ofrecen de sus propias y criminales manos. ¿Estará envenenada? No lo duden; si no en su composición, claramente en sus objetivos políticos. No diremos que es la primera vez que asistimos a la representación de una desfachatez como esta en el mundo, no, porque utilizar, pervertir hasta el concepto y engañar a la gente tomando la ayuda humanitaria como señuelo, es un asunto bien conocido desde que el humanitarismo aparece ante los ojos de la gente como una actividad digna de loa. Pero el desparpajo y la mofa a la inteligencia con que lo hacen estos farsantes, llega en este caso al esperpento máximo.  

Se suben encima de la ayuda humanitaria, ni siquiera para no hacer lo que deben en su nombre sino, y esto es lo terrible, para fomentar la guerra, la muerte, la injusticia y la mentira, o sea, para todo lo contrario para lo que se concibió.  

No era humanitarismo lo que movió a Estados Unidos y a sus cómplices, con el gobierno de España a la cabeza, Zapatero presidente, a destruir Libia en 2011, aniquilando a miles de personas (“efectos colaterales” denominó a esos crímenes un nefasto funcionario español), asegurando el asesinato de Gadaffi y su familia y los desmanes que se cometieron contra sus seguidores. Y lo hicieron sin pudor hasta controlar su petróleo y dejar convertido a ese país, uno de los más prósperos del Norte de África,  en un guiñapo irreconocible. No lo era, por mucho que los asaltantes consiguieran el beneplácito de la ONU para sus acciones con la excusa de establecer un “corredor humanitario”.
No era ayuda humanitaria las actividades que desplegaban los aviones de Estados Unidos que lanzaban comida en Afganistán solo minutos después de haber sobrevolado esos mismos lugares tirando bombas, en Octubre de 2001 y que veíamos pasar sobre nuestras cabezas (“ahora bombas, ahora leche en polvo, que el que no perezca en el bombardeo no vaya a morir de hambre, que tampoco somos unos salvajes”), en la misma frontera pakistaní cerca de Pesahwar.

No era la supervivencia y la mejora de las condiciones de vida de los afectados lo que pretendía el ejército indonesio cuando decidió que serían sus soldados, y no las ONG’s internacionales, quienes repartirían medicinas y alimentos a sus enemigos, los rebeldes de Aceh damnificados por unas terribles inundaciones que devastaron aquélla región en 2003. Como tampoco buscaba aliviar el sufrimiento del pueblo cubano la UE cuando en 1992 intentó canjear ayuda humanitaria por concesiones políticas de aquél gobierno en pleno periodo especial y en lo más álgido de la epidemia de neuritis óptica que se declaró en el país caribeño.Tampoco pretendían prevenir el sarampión los agentes de la CIA disfrazados de trabajadores humanitarios que montaron una campaña de vacunación en Abbottabad, con el objeto de identificar a los familiares de Bin Laden, para darle muerte, lo que consiguieron en 2011.

No todo puede valer en este mundo y, con todo, esta zafiedad revestida de humanitarismo que protagonizan los pupilos de Trump en América Latina rebasa todo lo conocido, dando un paso más en el desprecio absoluto a aquél movimiento y a la legislación que lo regula. No solo causan los problemas que la población civil sufre en Venezuela, tal y como certeramente denuncia el expresidente Zapatero, mediador internacional nada sospechoso de izquierdista, sino que después exigen a su gobierno legítimo que acepte la ayuda humanitaria que ellos, los causantes, le brindan, para poder usarla de propaganda con el fin de desprestigiarle, y  para negociar con ella en su objetivo de controlarle.

Pero las cosas son como son y la realidad es tozuda e implacable. Por muchas cuestiones que se pueden detallar, los que exigen ahora a Venezuela, debieran ver primero la viga en el propio ojo y temblar por si Venezuela les insta también a que reciban su ayuda, o a que le reconozcan la que ya les dan. A pesar del movimiento emigratorio que protagonizan muchos venezolanos en la actualidad, lo cierto es que, según ACNUR, la mayor cantidad de refugiados estables en América Latina está en Venezuela y son colombianos. Según esa agencia de las Naciones Unidas, entre los años 2007 y 2017, la cantidad de colombianos que ha buscado asilo en Venezuela se ha mantenido estable, entre 100.000 y 500.000 personas al año2, y en la actualidad Venezuela cobija a 5 millones 600 mil colombianos, 400 mil ecuatorianos y 500 mil peruanos sin decretar emergencia migratoria ni recibir dinero de EEUU. Otro dato singular en este sentido lo da la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que manifiesta que en estos momentos de intensificación migratoria, el 69% de quienes cruzan diariamente la frontera entre Venezuela y Colombia son colombianos y 7 de cada 10 que lo hacen en dirección a Colombia piensan regresar a Venezuela el mismo día3. Más de medio millón de brasileños reciben la electricidad que produce Venezuela4 y  niños y adolescentes venezolanos en el norte de Brasil están expuestos a explotación laboral, violencia sexual y otros malos tratos, según un informe de la OIM y Unicef5.  Por si eso fuera poco, Brasil y Argentina duplican y triplican, respectivamente, la mortalidad infantil de la desarrapada república bolivariana6 y Macri, el presidente de este último y magnánimo país, consiguió con sus políticas crear 4 millones de pobres solo en los primeros meses de su mandato7

Cientos de miles de personas cruzan todos los años la frontera mexicana con EEUU sin que a nadie, ni al propio Trump, se le haya ocurrido nunca decretar la alarma mundial por necesidad calamitosa de México, ni jamás nadie le exigió a sus gobernantes que tomen la ayuda humanitaria que le imponen otros, cómo y con las condiciones que estos quieran. Entonces, ¿con qué derecho y legitimidad el gobierno de Peña Nieto, destacado impulsor y miembro del grupo de países que plantean la insólita y fraudulenta exigencia a Maduro, puede pedirle tal cosa a Venezuela? 

Quizás la población de todos esos países, con gobiernos tan sensibles a las penurias por las que atraviesan otros, estén pensando que una parte de esa generosidad, aunque sea pequeña, que ahora ofrecen al pueblo venezolano bien podrían dedicarla a retornar a los que tuvieron que salir por la violencia y la miseria, a atender sus necesidades básicas o a salvar a sus hijos de una muerte tan segura como cruel por el desinterés, el abandono y el desprecio a los más humildes. No habría ayuda humanitaria mejor empleada que la de invertir en aliviar el sufrimiento de tu propia gente antes de andar enredando e inventando cómo tumbar a un gobierno ajeno que, por los indicadores que manejan los organismos internacionales, se preocupa y trabaja mejor para su población que ellos mismos.

No hay que pedirles tanto a esos fachos. De hecho poca gente se habrá planteado en serio que harían cosas en beneficio de sus propios pueblos, pero de momento, con que no intentaran crear una crisis con la que justificar su intervención imperial en un país democrático, el mundo les estaría eternamente agradecido.


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1.- Ciudad CCS; “Venezuela rechaza resolución de la ONU sobre ayuda humanitaria. El embajador ante el Consejo de DDHH, Jorge Valero, calificó la medida como el comienzo de una escalada intervencionista”, 27  sept 2018. Disponible en: http://ciudadccs.info/venezuela-rechaza-resolucion-la-onu-ayuda-humanitaria/
2.-El Espectador; “Venezuela sigue recibiendo a colombianos afectados por el conflicto”, 21 Jun 2018. Disponible en: https://www.elespectador.com/noticias/paz/venezuela-sigue-recibiendo-colombianos-afectados-por-el-conflicto-articulo-795729
3.-Telesur TV; “Cifras manipuladas de la migración venezolana y su uso político”, 1 sept 2018. Disponible en: https://www.telesurtv.net/news/cifras-migrantes-venezolanos-frontera-colombia-uso-politico-20180831-0039.html
4.- El Espectador; “El dilema de Roraima con la migración venezolana”, 29 Ago 2018 . Disponible en https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/el-dilema-de-roraima-con-la-migracion-venezolana-articulo-808985
6.-CEPAL; “Latin-America infant mortality rates estimated according to quinquennia, by countries”. Disponible en: https://www.cepal.org/Celade/publica/bol62/BD6206.html
7.- Centro de Economía Política Argentina (CEPA) e Instituto de Economía Popular (INDEP); “Crece la cantidad de pobres en la Argentina de Macri”, julio de 2016. Disponible en: https://www.taringa.net/+noticias/crece-la-cantidad-de-pobres-en-la-argentina-de-macri_hvmx6




domingo, 16 de abril de 2017

Cuba y la salud de los pueblos más olvidados del mundo: un ejemplo de solidaridad

Fuente: radiohac.cu
Indudablemente y por tantas circunstancias como sería imposible desmenuzar aquí, ningún país tan pequeño (11 millones de habitantes) ha marcado de forma tan determinante la historia de la humanidad, sobretodo de la que vive en África y en América Latina, en el último siglo y en el inicio del actual, como Cuba. Desde luego ninguno de los grandes de aquélla región (Colombia, Brasil, Argentina, México) dejó una huella tan profunda. Coincidiendo con el reciente fallecimiento del líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, ha emergido el debate sobre los logros y las insuficiencias de su obra en estos últimos 57 años. Entre los primeros, con frecuencia silenciados o directamente tergiversados por los medios de comunicación internacional, destacan los indiscutibles resultados de su sistema sanitario que ha situado la salud de la población de ese país al nivel de los más desarrollados del mundo.

No por conocidos debemos obviar datos tan elocuentes como que la población cubana tiene una tasa de mortalidad infantil de las más bajas del mundo (menos de 5 niños menores de un año por cada mil nacidos vivos al año, 2015), una esperanza de vida al nacer de las más altas (rondando los 80 años), una cuadro epidemiológico de morbilidad y mortalidad propio de un país de alto nivel de desarrollo, o que Cuba ostenta  títulos tales como mejor país de Las Américas para que las mujeres se conviertan en madres (Save The Children, 2013) y  único país de esa región en erradicar la lacra de la desnutrición infantil (UNICEF, 2012). Si bien la salud de la población no es resultado único de la actividad del sistema sanitario, es evidente que el hecho de que Cuba sea uno de los países del mundo con mayor número de profesionales de la salud por habitante (90 enfermeras y 70 médicos por diez mil habitantes en 2014), tiene que ver con ello. Contrastan las contundentes cifras con las de Europa y América Latina ese mismo año, pues sus ratio de médicos por habitante, por ejemplo, fueron de 33 y de 21, respectivamente, siempre por diez mil. Se lo paga Cuba, a pesar de la enorme sangría que supone el injusto bloqueo norteamericano, porque esa es la filosofía que inspira su sistema político, dedicando un 10,57% del PIB a la salud (2015) muy por encima de países como EEUU, Alemania, Francia y España, pues nuestro país, tras los drásticos y también injustos recortes de estos últimos años cuantifica ese esfuerzo en tan solo un 6,29%. Cuestión de prioridades.

Al triunfo de la Revolución había en Cuba 6.000 médicos, de los que más de la mitad abandonó el país en los años posteriores. Se convirtió por ello la salud, junto con la alfabetización y la reforma agraria, en los objetivos prioritarios de Fidel en esos convulsos años. En la actualidad hay en Cuba 90.000 médicos, muchos de ellos en misiones en el exterior como más adelante se comentará, pudiendo refrendar a la luz de los resultados que Cuba es el país pobre con las inversiones en salud más costo/eficientes del mundo. Es el resultado, al parecer imaginado en sus orígenes por el carismático líder, de un sistema de salud público, gratuito, de cobertura universal, cuyo eje es la atención primaria de salud y en que el abordaje comunitario de los problemas de salud de la población y las actividades preventivas son prioritarias sobre las labores asistenciales.

Fuente: Radio Rebelde
La biotecnología y el desarrollo de nuevos fármacos es otro de los aspectos más destacables de lo acontecido en el ámbito de la salud en la nación caribeña en este periodo, hasta convertirse en auténtica vanguardia mundial. En 1985 desarrolló la primera y única, hasta ahora, vacuna contra la meningitis B, experimentando grandes avances también en terapias para la hepatitis B, el pié diabético, el vitíligo y la psoriasis. En los últimos años su industria biotecnológica ha desarrollado vacunas contra el cáncer de pulmón y el VIH/SIDA, que se prueban con éxito en varios países, incluido EEUU, siendo también el primer país del mundo en eliminar la transmisión materno-fetal de esta última enfermedad. No en vano, Margaret Chang, Directora de la OMS, declaró que el sistema sanitario cubano es un ejemplo a seguir por su capacidad, su sostenibilidad y su solidaridad, enfatizando además su enorme vocación de ayuda internacional, pues se vuelca, además de en la salud de los cubanos, en la atención a otros pueblos con sistemas sanitarios débiles tanto en situación de crisis como en condiciones de precariedad crónica.

Como dice John Kirk, profesor de la Dalhousie University de Halifax, Nueva Escocia, y estudioso de los temas latinoamericanos, el internacionalismo médico cubano ha salvado millones de vidas, aunque esta solidaridad sin precedentes apenas se haya registrado en los medios occidentales. Cuba ha desplegado desde el inicio del periodo revolucionario una intensa labor de apoyo a la salud y al desarrollo de los sistemas sanitarios de muchos países del mundo. “Un ejército de batas blancas” denominó Fidel a los trabajadores de salud cubanos, mientras salían los primeros 55 profesionales rumbo a Argelia en Mayo de 1963, con el objeto de reforzar y reorganizar el debilitado sistema de salud de aquél país. Desde entonces Cuba ha enviado más de 300.000 profesionales a 158 países, con ese mismo objetivo. No en vano, tras el fallecimiento del Comandante, Argelia decretó 7 días de luto oficial, causando la noticia de su pérdida gran conmoción, además de en Cuba, en muchos países de América, África y Asia que han sido objeto de su actividad solidaria. En la actualidad Cuba está presente de forma continuada en 67 países con la sanidad pública deteriorada, contando para ello con 55.000 profesionales desplazados, de los que aproximadamente la mitad desarrollan su misión en Venezuela. La labor que realizan es “a largo plazo” y será difícil que algún cooperante español con cierto bagaje no haya vivido la experiencia de conocerlos o trabajar con ellos en los lugares más recónditos, allí donde viven las poblaciones más pobres y abandonadas de este mundo. En este ámbito se deben destacar programas de gran impacto puestos en marcha por la cooperación cubana, como la llamada “Misión Milagro”, iniciada en Venezuela en 2004 y extendida después a otros 35 países, gracias a la cual más de 3,5 millones de personas han recuperado la vista tras ser operadas gratuitamente de cataratas u otras enfermedades oftálmicas por los médicos cubanos. En los últimos años, el programa de ayuda médica solicitado por Brasil para satisfacer las necesidades de la población más desatendida del noreste del país, contó con más de 11.000 médicos y enfermeras cubanos, además de otros de distintas nacionalidades.

fuente: revistadesdeelpie.com.ar
En el ámbito de las emergencias Cuba es, también, un ejemplo para todos los países del mundo. Desde que desplazara por vez primera a sus profesionales a atender a los heridos y lesionados en el terremoto de Valdivia, Chile, en 1960, ha desarrollado una intensa actividad de atención humanitaria, siendo muy conocidas sus actuaciones de ayuda a las poblaciones afectadas, entre otras, en Centro-América tras el paso de los huracanes Mitch y Georges (1998), en el terremoto de Cachemira, Pakistán, en 2005, o, más recientemente en el terremoto de Haití (2010) y en la epidemia de fiebre por virus Ébola en África Occidental. La vocación de permanencia con la población vulnerable de todos los rincones del mundo es tan robusta que cuando tembló la tierra en Puerto Príncipe en enero de 2010, ya había médicos cubanos en Haití (hay allí unos 400 de forma permanente desde 1998) y cuando ya habían partido casi todos los cooperantes que llegaron en el desembarco internacional de la ayuda, diez meses después del desastre natural,  y se declaró la epidemia de cólera que diezmó a los supervivientes, las brigadas médicas cubanas seguían allí, atendiendo a los enfermos prácticamente con la única compañía de Médicos Sin Fronteras. Cuba fue el país que más ayuda material y más recursos humanos puso en el terreno (146 médicos y enfermeras) en la terrible epidemia de fiebre por virus Ébola desatada en Sierra Leona, Liberia y Guinea Conakry entre 2014 y 2016, y el trabajo de los profesionales cubanos de la famosa Brigada Henry Revee, alguno de los cuales continúa en la actualidad brindando su ayuda en aquélla región, mereció la admiración y el aplauso de la comunidad médica internacional, de las Naciones Unidas y hasta de algún destacado miembro del gobierno de Obama.

La ayuda de emergencia, como toda ayuda humanitaria, no admite condicionalidad ni devolución por lo que se da de manera altruista. Pero las intervenciones de cooperación, como tal, deben inscribirse dentro del marco de la cooperación sur-sur. Así lo hacen todos los países en desarrollo y Cuba también. Por ello Cuba ingresó en 2014, 8.200 millones de $, convirtiéndose este rubro, en el que se incluye también las exportaciones de fármacos desarrollados en la Isla, en el primero en volumen de ingresos de los que proceden del exterior. Cuba, como los demás países que intercambian bienes y servicios en este marco de las relaciones internacionales, cobra el trabajo de esos profesionales a precios muy ventajosos para aquéllos países que lo pueden pagar, pero los asegura de forma casi gratuita a los países pobres, como es el caso de muchos de África Subsahariana. Es lo habitual y lo lógico, pues Cuba no puede permitirse el lujo de brindar gratuitamente servicios sanitarios en países que tienen plena capacidad de remunerarlos económicamente, mientras su propia población pasa por dificultades de diversa índole. El sistema sanitario cubano necesita insumos, equipamiento y recursos financieros para pagar y mejorar los salarios de su personal, entre otras cosas, mientras que países como Qatar, Venezuela o Brasil, poseedores de economías emergentes con amplia disponibilidad de recursos, son plenamente capaces de reconocer con un justiprecio el trabajo del personal sanitario de la Isla, uno de los mejor cualificados del mundo.

Fuente: cubadebate.cu
Pero la piedra angular de este sistema de salud es la educación de los profesionales. La formación de su personal de salud está impregnada de la idea de la solidaridad con los pueblos de países con pocos recursos. Los estudios de medicina o enfermería, como todos los universitarios, son gratuitos en aquél país. Para cursarlos sólo cuenta la capacidad y el esfuerzo. En este ámbito, ante la acuciante necesidad de profesionales en los países en desarrollo y pensando también en que algún día pudieran ser el relevo de los internacionalistas desplazados, Cuba abrió en 1999 la Escuela Latinoamericana de Medicina para formar gratuitamente como profesionales de la salud a jóvenes de las capas sociales más deprimidas de los países en desarrollo. Desde entonces se han licenciado 25.000 médicos de 80 países, extendiendo ya su actividad a algunos de ellos, como es el caso de Venezuela donde se han formado 20.000 más. Cuba corre con todos los gastos de esos alumnos durante toda su formación dándose la circunstancia de que ha licenciado también a algún centenar de jóvenes de EEUU. No hay que olvidar que en el país del norte el desembolso medio para cursar los 6 años de la licenciatura de medicina ronda los 120.000 $, por lo que los que se licencian en Cuba sin gasto alguno provienen de familias sin recursos de ese país y adquieren el compromiso, no vinculante, de trabajar a su regreso para la población norteamericana más necesitada durante al menos 2 años.

Existen dos grandes formas de concebir la salud pública y cada uno de sus componentes. La primera es, lamentablemente, la más extendida en todo el mundo e implica verla tan sólo como un servicio condicionado al poder adquisitivo del público demandante. En cambio, la segunda concibe a la salud como un derecho que debe ser garantizado permanentemente por el Estado. El ejercicio de este derecho implica la provisión incondicional y universal de servicios por parte de este mismo Estado garante. En dicho esquema, la iniciativa privada como proveedora de servicios sanitarios, con evidente interés de lucro en relación al mal estado de salud de las personas, no tiene cabida y está plenamente descartada. En esta concepción se forman los profesionales de la salud cubanos y por ello chocan con la realidad del mundo cuando salen de su país en sus misiones internacionalistas. La llegada de médicos y enfermeras cubanos a algunos países ha despertado no poca hostilidad en las capas sociales favorecidas, sectarias y muchas veces abiertamente racistas, en especial entre los propios profesionales de la salud. Es el caso de Venezuela o Brasil. No es de extrañar: la presencia de los cooperantes pone en evidencia los intereses comerciales que muchas veces les mueven, su falta de profesionalidad y su profundo desinterés por las poblaciones más necesitadas de sus países.

Contaba el sociólogo y politólogo brasileño Emir Sader que una parte de la élite médica y de la población más acomodada de su país se mofaba de las médicas cubanas cuando llegaron a trabajar allí hace unos años porque, decían, se parecían a sus empleadas domésticas. Es la evidencia de lo poco acostumbradas que están a que la gente humilde pueda cursar estudios universitarios y, en lugar de orientar su vida profesional al lucro personal, se dediquen a ayudar a los más necesitados.

Hijas del pueblo, en fin, dedicadas a cuidar al pueblo. Es por eso que a las médicas cubanas es tan fácil admirarlas como quererlas.

(Publicado en la revista  "Temas para el debate", num 269, pag 39, abril 2017)



fuente: httppabloraulfernandez.blogspot.com.es